CONSTRUCCIONES DE LA MEMORIA: LA FIESTA DEL PATRIMONIO
Por Patricio Gross, Arquitecto
Los últimos dos días de mayo, coincidiendo con sábado y domingo, celebramos una vez más nuestra tradicional fiesta del patrimonio, ahora rebautizada “de los Patrimonios”, como si ello cambiara en algo el ya patrimonial “Día del Patrimonio”. Con más libertad de movimiento, se movilizaron cerca de dos millones de personas en todo Chile para visitar los más de 2.200 sitios abiertos, muchos por primera vez, tanto públicos como privados. Impresiona muy positivamente esta extraordinaria respuesta de la gente, gran parte de ella en grupos familiares, atraídos por esta invitación a conocer nuestro patrimonio arquitectónico y artístico aun cuando en algunas comunas ello iba acompañado además de muestras de nuestra gastronomía, bailes y cantos, así como entretenciones para menores alusivas a nuestras tradiciones.
El patrimonio, no solo el material sino también el inmaterial, es el alma de un país y es la manifestación cultural de todo lo que hacemos a lo largo de nuestra historia, en la medida que les conferimos un significado que nos es propio. Expresión de nuestras identidades, muchas comunes a todos y otras a un sinnúmero de diversidades presentes en nuestro país y que conviven con las de la nación, aunque el mestizaje recorre la sangre de los chilenos como bien nos recordara nuestra Gabriela Mistral.
Las obras de arquitectura, así como lugares y también espacios públicos, son excelentes testimonios de nuestro pasado, de nuestras costumbres y formas de vida, sujetos al escrutinio directo del visitante, como también creaciones de gran valor artístico en muchos casos, testigos de gustos y épocas.
Pero no podríamos terminar estas líneas de elogio y reconocimiento al patrimonio y su día, refrendado por la entusiasta acogida de la gente, sin hacer un homenaje a sus creadores. Marta Cruz-Coke, gestora cultural y primera directora mujer de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) entre1993 y el 2000, contaba con la estrecha colaboración del arqueólogo Ángel Cabeza, en ese entonces secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales. Este, en 1998 le propuso repetir en Chile la experiencia uruguaya de celebrar el día de los monumentos con el fin de difundir el patrimonio, algo similar a lo existente entonces en Francia y Japón. La directora acogió con gran entusiasmo la idea, presentando una propuesta al propio Presidente Frei Ruiz Tagle para dictar un decreto supremo, fijándose el último domingo de mayo como Dia del Patrimonio. La primera celebración fue en 1999 con 17 lugares de Santiago y al asumir el Presidente Lagos el año 2000 se incorporó La Moneda como lugar a visitar, asignando al mismo tiempo recursos al Consejo de Monumentos Nacionales para su mejor realización. Vayan nuestros mayores elogios y agradecimientos a Marta y Ángel por su visionario empuje y dedicación para contar hasta hoy en Chile con un día del patrimonio nacional, así como por su valiosa ayuda para reconstruir, aunque solo a grandes rasgos, sus inicios.