Violeta rescatadora

Además de una poetisa de primer nivel, una cantora inolvidable y una artista completa, que pasa de la guitarra a la arpillera con el mismo talento, nuestra emblemática Violeta fue una investigadora y rescatadora del folclor de los distintos rincones de Chile. Una luchadora que reivindicó y puso en valor la verdadera riqueza escondida de la cultura popular chilena.

Violeta Parra nació en San Carlos, Chillán, un 4 de octubre de 1917. Su padre era profesor de música. Su madre una campesina guitarrera y cantora que se ganaba la vida como costurera. Entre los 9 hijos del matrimonio se cuentan, además de Violeta, el poeta Nicanor Parra, el Tío Roberto Parra y el Tío Lalo. Junto a éste último, y a su hermana Hilda, la cantora comenzó a tocar por las calles de Chillán a la edad de 9 años. A los doce, componía sus primeras canciones. Más tarde, durante su formación como profesora en la Escuela Normal de Santiago, se dedica ampliamente a la composición de tonadas, boleros y corridos.

En 1937 se casa con el funcionario ferroviario Luis Cereceda. Fruto de este matrimonio son dos grandes músicos, Angel e Isabel, que realizarán un trabajo artístico en estrecha relación con su madre. En 1948 se separa definitivamente de Cereceda, y sigue su vida itinerante por Chile. Al año siguiente vuelve a casarse, y de este nuevo matrimonio nacen sus hijas Carmen Luisa y Rosita Clara.

Tras un activo periplo por circos, bares, quintas de recreo, peñas y salas de barrio, en 1952, impulsada por su hermano Nicanor, se lanza a recorrer los distintos rincones de Chile, grabando y recopilando música folclórica en contacto con los cultores, muchos de ellos de avanzada edad. Viaja junto a sus dos hijos mayores con un magnetófono y una guitarra. Trabajan, además en circos y teatros. En su trabajo creativo, Violeta elabora una síntesis cultural, a partir de su experiencia en terreno, haciendo emerger la riqueza escondida en la tradición popular chilena, reivindicando el valor de la auténtica cultura popular, luchando contra los prejuicios y estereotipos.

En 1953, luego de un recital en la casa de Pablo Neruda, Violeta Parra da su salto a la fama, con un contrato de Radio Chile para una serie de programas. En 1954 obtiene el premio Caupolicán, otorgado a la mejor folclorista del año. Sus primeros LP los graba en Francia, donde reside durante dos años, luego de ser invitada a Polonia, recorriendo Europa y la Unión Soviética.
De regreso a Chile, en 1958, incursiona en la cerámica y los tapices, y poco después se inicia como arpillerista, oficio que desarrolla a raíz de una larga enfermedad que la mantiene en cama. Viene una época fructífera y de gran multiplicidad: viaja, organiza recitales, da cursos de folclor, escribe, pinta y continúa incansable su labor de rescate de la tradición musical popular.

En 1961, nuevamente viaja a Europa, esta vez junto a sus hijos, permaneciendo en París por tres años, dando recitales, actuando en locales y en programas de radio y televisión en la capital francesa. En 1964 expone con gran éxito sus arpilleras, óleos y esculturas de alambre en el Louvre, convirtiéndose en la primera artista latinoamericana que exhibe individualmente en este museo. Al año se graba en Suiza un documental sobre su figura y obra.

De vuelta en Chile canta con sus hijos en la Peña de Los Parras, en Carmen 340 y pronto inaugura su Carpa de La Reina, que aspira a ser un centro de cultura folclórica. Allí toca con sus hijos, mientras continúa grabando discos y ofreciendo conciertos fuera de Santiago. El 5 de abril de 1967 se suicida en la Carpa de La Reina. Tres años más tarde es editado su libro Décimas, por iniciativa de su hermano Nicanor.