PATRIMONIO DE LAS ARTES VISUALES: VALENZUELA PUELMA, ACADEMICISTA TEMPERAMENTAL

Por Gustavo Olave Dervis, Licenciado en Teoría e Historia del Arte

Poseedor de un talento excepcional y una personalidad controvertida y polémica, Alfredo Valenzuela Puelma es, sin duda, uno de los mejores y más destacados pintores chilenos del siglo XIX. A diferencia de muchos de sus compatriotas contemporáneos, la obra del porteño no se caracteriza por tener una técnica novedosa o por una búsqueda de nuevas formas de expresión; de hecho, el estilo de Valenzuela Puelma puede ser calificado como academicista, lo cual no resta originalidad a su trabajo pictórico.

Sus cuadros, muchos de los cuales escandalizaron a la conservadora sociedad de la época por su contenido de desnudos y otros temas sugerentes, fueron, sin embargo, alabados en el viejo continente. Lamentablemente, los últimos años de este notable pintor se vieron oscurecidos por la locura y el abandono.

Nacido en la ciudad de Valparaíso el 8 de febrero de 1856, el futuro artista demostró una pericia innata para la pintura, realizando su primera obra a la edad de diez años. Dos años después ingresa a la Academia de Bellas Artes, donde es alumno de Ernesto Kirchbach y Giovanni Mochi. La gran mayoría de sus compañeros y profesores supo reconocer su gran talento y su sobresaliente técnica al tiempo que resintió su compleja personalidad. El mismo Pedro Lira llegó a referirse al pintor como un sujeto “desequilibrado”

En 1877 Valenzuela Puelma gana el primer premio en un concurso por su obra Diego de Almagro en su prisión, logrando de esta forma notoriedad como artista en el circuito nacional, condición que le permite recibir encargos de personalidades influyentes de la sociedad chilena. Poco después, en 1881, se casa con Carlina Garrido y posteriormente viaja a Europa gracias a una beca.

Una vez allá continúa sus estudios en la Academia de Bellas Artes, institución que abandona al poco tiempo para luego tomar clases con Jean-Joseph Benjamin-Constant de quien hereda un especial cuidado por la pulcritud y la fascinación por los detalles. Con posterioridad Valenzuela Puelma empieza a manifestar los primeros síntomas de una enfermedad mental que se agravaría en sus últimos años.

De regreso a Chile el pintor exhibe su obra más célebre: La perla del mercader. Sorprendentemente para algunos, el lienzo cosecharía críticas negativas por su atrevido erotismo. Tiempo después empieza a trabajar con el también pintor Pedro Lira, con quien sostiene una relación que se quebraría para siempre debido al carácter inestable de Valenzuela Puelma.

Gracias a una pensión otorgada por el presidente Balmaceda, Valenzuela Puelma regresa a Europa, continente en que recibiría numerosos elogios por su famosa pintura La ninfa de las cerezas. Unos años más tarde, en 1892, el temperamental artista vuelve a Chile, donde es su éxito internacional le permite legitimarse y vivir de la venta de sus retratos y paisajes.

En 1907 viaja a Francia para nunca más regresar a su patria. Desgraciadamente fue víctima, poco tiempo después, de una severa depresión y desequilibrio mental, lo cual lo llevaría a la muerte el 27 de octubre de 1909 en un sanatorio de París. Con posterioridad sus restos se envían a Chile donde son homenajeados con los honores correspondientes a un artista de su categoría.

La obra visual de Valenzuela Puelma se caracteriza por un dibujo exquisito, colores vívidos magistralmente logrados y personajes expresivos y dinámicos. A través de una pulcra y rigurosa técnica, el pintor abordó temáticas osadas y, en ocasiones, provocativas, como se atestigua en La perla del mercader y La ninfa de las cerezas. Valenzuela Puelma fue un pintor excepcional y su trabajo aún recibe la aclamación tanto de la crítica como de los espectadores no especializados debido a su gran calidad estética. La laureada trayectoria artística que dejó a la posterioridad es buena prueba de esta maestría.

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