PATRIMONIO DE LAS ARTES VISUALES: MARIO IRARRÁZABAL
Por Gustavo Olave
Si hablamos de arte chileno contemporáneo, es casi imposible eludir la obra del chileno Mario Irarrázabal, la cual ha tenido una gran repercusión, no sólo en nuestro país, sino también en el extranjero. Su repertorio abarca cientos de esculturas de los más diversos tamaños y materialidades y hacen acto de presencia en distintas locaciones alrededor del globo.
Mario Irarrázabal Covarrubias nace un 26 de noviembre del año 1940 en Santiago de Chile, siendo el tercero de siete hermanos hombres. Aún en su época de estudiante el futuro escultor siente una gran fascinación por los asuntos relativos a la teología y los problemas sociales. Otra de sus tempranas aficiones fue, por supuesto, el arte. Impulsado por estas pasiones, entre los años 1959 y 1964, cursa estudios en el seminario de la Congregación de la Santa Cruz y la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos, donde obtuvo los títulos de Bachiller en Filosofía y Master en Arte.
Con el fin de profundizar sus estudios de teología, Irarrázabal viaja a Roma, Italia. Luego dirige sus pasos a Alemania Occidental donde estudia con Waldemar Otto, quien lo adiestra técnica y estilísticamente. Esta experiencia acerca al chileno al expresionismo alemán de la época y altera radicalmente su visión estética.
El año 1969 marca su retorno definitivo a Chile, país en el cual ha seguido desarrollando su particular y exhaustiva labor como escultor. Entre los años 1972 y 1974 trabajó como académico enseñando escultura en la Universidad Católica, transmitiendo, de esta forma, sus conocimientos y experiencia a las nuevas generaciones.
El conjunto de su producción le ha valido prestigiosos galardones como el Premio Salón de Valparaíso (1976) y el Primer Premio IV Concurso Colocadora Nacional de Valores (1978). También ha ganado el Concurso para ejecución de obra monumental en Punta del Este, Uruguay (1982) así como la Beca del Gobierno Alemán para trabajar en el atelier Hans Worpswede, Bremen, Alemania (1983)
Los materiales utilizados por el escultor son muy variados y abarcan elementos tales como el bronce, aluminio, piedra, madera y hormigón. Mayoritariamente figurativo, su trabajo refleja las inquietudes de índole social que han preocupado al artista a lo largo de su vida así como sus fuertes convicciones religiosas. Irarrázabal ha demostrado una gran versatilidad a la hora de experimentar con distintos formatos escultóricos lo cual demuestra su notable versatilidad como creador. Sus obras suelen ser de dimensiones más bien pequeñas, lo cual no significa que el artista se cierre a experimentar con mayores dimensiones, como lo ha dejado claro con sus monumentales manos de cemento en Punta del Este, Venecia, Madrid y el Desierto de Atacama. Igual de transgresora es su representación del cuerpo humano, con la cual se aleja de los rígidos cánones estéticos del arte occidental. De esta forma, es común ver en sus figuras humanas largas extremidades y posturas inusuales.
La Universidad Católica, institución en la cual Mario Irarrázabal participó activamente, planea realizar un gran museo al aire libre con obras del artista. Son más de 300 esculturas de diversos formatos donadas por el ex docente, las cuales serán exhibidas en San Carlos de Apoquindo a fines del año 2024. La obra del santiaguino sigue teniendo una relevancia de primer orden.