PATRIMONIO DE LAS ARTES VISUALES: HERMANAS MIRA MENA

 

Por Gustavo Olave

Nacidas con cuatro años de diferencia, a mediados del siglo XIX en Santiago de Chile, Aurora y Magdalena Mira Mena, fueron pioneras de la presencia femenina en el arte decimonónico, en una época en la cual el panorama artístico estaba dominado por el género masculino.

Criadas en una familia acomodada, desde temprana edad recibieron una completa educación artística, esto debido a que su padre, Gregorio Mira Iñiguez, era un pintor aficionado que había tomado clases con el destacado francés Raymond Monvoisin. La madre, Mercedes Mena Alviz, fue una reconocida filántropa, siempre preocupada por los sectores más vulnerables de la sociedad. La casa de la familia Mira Mena, por su parte, era frecuentada por figuras de gran relevancia no sólo en términos artísticos sino también sociales y políticos.

Ambas hermanas tuvieron una infancia feliz y fueron siempre muy unidas. Como era común en esos años en la alta sociedad, al ser Aurora y Magdalena mujeres, las dos fueron educadas en su casa por preceptores y profesores tanto nacionales como extranjeros.

Desde su primera participación en el Salón Oficial, las hermanas Mira Mena destacaron por la gran calidad y maestría de sus cuadros, especializándose Aurora en representaciones de flores, frutas, bodegones y paisajes y Magdalena en retratos.

Sin embargo y, a pesar de su gran talento y el reconocimiento de parte de la crítica especializada, la carrera de ambas pintoras fue truncada súbitamente debido a sus contracciones de matrimonio. De ahí en adelante, las dos hermanas sólo pintaron para su círculo íntimo.

El estilo pictórico de Aurora y Magdalena está fuertemente influenciado por la pintura francesa de la época, más específicamente por los maestros impresionistas. Además, hacen acto de presencia en sus pinturas aspectos naturalistas. A pesar de esto existe en las obras de ambas hermanas una cierta exaltación de los sentimientos propia de la estética romántica sin dejar de lado elementos neoclásicos, presentes más que nada en algunos de sus retratos. Esto queda claro al contemplar la afamada y premiada pintura Agripina Metella encadenada, realizada por Aurora a fines del siglo XIX, la cual sigue los cánones compositivos establecidos por pintores como Ingres.

A pesar de mantener en un principio una estética similar (lo cual es entendible debido a que las dos recibieron la misma educación), ambas hermanas fueron evolucionando, desarrollando estilos diferentes. Como ya se ha dicho con anterioridad, Magdalena se especializaba en recuadros mientras que Aurora se inclinó por las flores y bodegones. Pero esta no es la única diferencia entre la obra de ambas hermanas. Los coloridos también fueron diferentes: mientras la menor retrató sus trozos de naturaleza con los colores vivos de lo real, Magdalena mantuvo siempre una paleta menos llamativa.

Aunque su carrera fue corta, las hermanas Mira Mena cumplieron un papel fundamental en la avanzada femenina que ingresaba en los círculos artísticos a fines del siglo XIX y su obra continúa siendo analizada y valorada en el ámbito artístico nacional. Cabe preguntarse cuán lejos hubieran podido llegar ambas hermanas de no haber seguido las convenciones sociales propias del Chile de la época. Quizás pudimos haber sido testigos de innovaciones, no sólo con respecto a su obra, sino también de grandes cambios a nivel cultural en el campo de las bellas artes del país.

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La viuda Magdalena Mira
La viuda Magdalena Mira
Agripina Metella encadenada
Agripina Metella encadenada
Rosas y rocas
Rosas y rocas