PATRIMONIO DE LAS ARTES VISUALES: HENRIETTE PETIT

Por Gustavo Olave Dervis
Licenciado en Teoría e Historia del Arte

Nacida un 3 de marzo de 1894 en la capital de Chile, Henriette Petit, inscrita en el registro civil como Ana Enriqueta Petit Marfan, fue una de las mejores pintoras chilenas del siglo veinte. A pesar de su escasa obra pictórica, logró ganarse un lugar en el circuito artístico nacional para, de esta forma, revolucionar la forma en que se pintaba en el país.

A principios de la década de 1910 se convierte en alumna del destacado artista nacional Juan Francisco González, quien le enseña las bases para desarrollar su estilo estético personal. En 1914 Petit entra a estudiar en la Escuela de Bellas Artes, donde recibe elogios por parte de profesores y sus condiscípulos, entre los cuales destaca Camilo Mori, con quien forjaría una importante amistad.

Una vez egresada, en 1920, la pintora viaja a Francia junto a su familia. Es allí donde conoce el trabajo de Paul Cézanne, artista post-impresionista que influenciaría poderosamente en su obra. Asiste también a exposiciones de arte vanguardista, visitas
que amplían su visión del arte y su futuro en el mundo contemporáneo.

Una vez establecida en Chile cofunda, junto con Luis Vargas Rosas, José Perotti y Julio Ortiz de Zárate, el Grupo Montparnasse. Eran características de esta agrupación el rechazo al arte academicista y al figurativismo; una fuerte influencia de la visión de Cézanne frente al arte y las innovaciones de los artistas vanguardistas europeos, así como también una exaltación de la subjetividad y de técnicas artísticas emergentes.

La primera exposición del Grupo Montparnasse se llevó a cabo el 2 de junio de 1923 en la Casa de Remates Rivas y Calvo para luego realizar una segunda en 1925 en el mismo lugar. A pesar de tener grandes defensores de la talla de los destacados escritores Juan Emar y Vicente Huidobro, no faltaron los sectores que, defendiendo un arte más tradicionalista, vieron con malos ojos las obras presentadas en estas exposiciones.

En 1926 Petit vuelve a París, donde se codea con artistas de la talla de Pablo Picasso, Alexander Calder, Joan Miró y Juan Gris y contrae matrimonio con el también pintor Luis Vargas Rosas, con quien había trabajado en el Grupo Montparnasse. Ejerció como padrino de esta boda Vicente Huidobro, a quien ambos conocían de su época de exhibiciones en Santiago. Junto a sus reuniones sociales y la producción de su obra pictórica, Petit trabajaba como asistente en el Hospital Psiquiátrico Henri Rouselle. En 1941, a causa de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, Henriette Petit y Luis Vargas Rosas vuelven a
Santiago, donde la artista muere el 9 de diciembre de 1983.

La obra de Petit se caracteriza por un magistral uso de tonos ocres y colores opacos, con figuras que poseen contornos definidos y demarcados. Sus principales temáticas giran en torno al cuerpo humano, cobrando una gran relevancia el desnudo femenino. Alejándose de los estereotipos de género que protagonizan la pintura academicista, las mujeres de Henriette Petit están exentas de toda idealización y son presentadas con una cierta sórdida crudeza.

El estilo pictórico de la artista debe mucho a su contacto con las nuevas corrientes europeas, pero, por sobre todo, al influjo del francés Paul Cézanne. Esto le permitió distanciarse del pulcro y, a veces, artificial estilo “oficial” presente en la obra de muchos pintores chilenos. A pesar de su enorme calidad, la obra de Petit no ha recibido el respeto y la difusión que se merece. Ello podría deberse, en parte, a su escasa producción artística, realizada mayoritariamente en el extranjero. Henriette Petit no sólo fue una gran pintora, también fue una mujer excepcional que desafió los convencionalismos de su
época y los paradigmas estéticos imperantes.

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