PATRIMONIO DE LAS ARTES VISUALES: ALBERTO VALENZUELA LLANOS, APASIONADO DE LA VIDA RURAL

 

Por Gustavo Olave, Historiador del arte

Durante la época colonial, el área rural de la zona central de lo que hoy conocemos como Chile, tuvo una importancia capital en el desarrollo económico de la región. De especial relevancia fue la producción de trigo y derivados de la actividad ganadera, los cuales eran exportados al Virreinato del Perú en grandes cantidades. Es en este ambiente donde surgen actividades típicas de nuestro país, como el cuestionado rodeo. Los acelerados cambios que siguieron a esta realidad, sin embargo, afectaron fuertemente a los trabajadores del campo, quienes tuvieron que adaptarse a las desfavorables condiciones. Aumentó de esta forma la migración a centros urbanos, lo cual trajo un notable deterioro al mundo rural. La figura de Alberto Valenzuela Llanos irrumpe en este escenario.

Considerado como uno de los cuatro grandes pintores chilenos del siglo XIX (junto a Alfredo Valenzuela Puelma, Pedro Lira y Juan Francisco González) Valenzuela Llanos fue un eximio maestro del paisaje, género que llevó a su máxima expresión con sus obras inspiradas en el espacio rural chileno.

Valenzuela Llanos nació el 29 de agosto de 1869 en la ciudad de San Fernando, en una familia de alta alcurnia que se vio empobrecida con el paso del tiempo. Desde temprana edad el futuro pintor siente una gran atracción hacia la naturaleza, realizando figuras y bosquejos de lo que veía en sus andanzas. Debido a la cada vez más precaria situación de su familia, Valenzuela Llanos se ve obligado a trabajar y estudiar al mismo tiempo. Sin embargo, cuando las dotes artísticas del joven salieron a la luz, su padre no lo piensa dos veces y lo envía a Santiago para que estudie en la Academia de Pintura.

En la Academia Valenzuela Llanos se caracterizó por poseer un carácter solitario e introvertido, lo cual lo aisló de sus compañeros. Sus profesores, por otra parte, lo consideraban un alumno educado y respetuoso. A diferencia de la mayoría de los estudiantes, el joven paisajista nunca sintió interés por la vida bohemia y las juergas nocturnas, así como tampoco por el romanticismo imperante en esos días. Al poco tiempo de ingresar a estudiar, el artista gana prestigiosos premios en Chile y una de sus obras es seleccionada para ser expuesta en el Salón de París.

En 1901, con 32 años de edad, Valenzuela Llanos gana una beca, la cual le permite continuar sus estudios en la capital francesa. El artista aprovecha esta estadía al máximo, pintando exhaustivamente, visitando museos y exhibiendo sus obras. Luego de una fugaz experiencia docente en Chile, el pintor regresa a la Ciudad Luz. Enterado del pésimo estado de salud de su padre, el pintor apresura su retorno a Chile. Lamentablemente y, a pesar de sus esfuerzos, no logra ver a su progenitor antes de su muerte.

En 1911 empieza a enseñar en el área de paisajes en la Escuela de Bellas Artes, reemplazando al destacado pintor Fernando Álvarez de Sotomayor. A pesar de ser un maestro exigente, sus métodos de enseñanza fueron sumamente novedosos, realizando sus clases al aire libre e invitando a sus alumnos a recorrer la ciudad de Santiago. En esta época su estilo empieza a consolidarse, distanciándose del arte académico para adoptar un estilo más personal, cercano al de los impresionistas franceses.

El 17 de junio se casa con Julia Montero, una joven sensible que poseía una visión artística cercana a la suya. Ambos tuvieron una vida matrimonial estable en un caserón ubicado en la calle Santa Rosa. Con posterioridad la familia creció y se sumaron a la pareja tres niñas y un varón. La vida del paisajista en Santa Rosa fue sumamente apacible: su esposa tejía, los hijos jugaban mientras él leía o pintaba. El pintor solía acostarse temprano y no tenía vicios como el alcohol y el tabaco.

Los años 20 tuvieron una gran importancia para Valenzuela Llanos. Luego del profundo impacto que la Primera Guerra Mundial significó para el artista, éste envía algunas obras suyas a Europa, las cuales tienen un gran éxito de crítica. Debido a este logro el paisajista es invitado a París y el año 1921 llega nuevamente a la que él siempre llamó su segunda patria. Para su sorpresa la ciudad había cambiado mucho desde la última vez que la visitó. La campiña que circundaba París había desaparecido debido a la fuerte urbanización; la escena artística, por otro lado, había sido ocupada por movimientos como el expresionismo, el cubismo, el fauvismo y el dadaísmo. A pesar del triunfo de estas corrientes artísticas de vanguardia, la obra de Valenzuela Llanos recibe una excelente acogida.

Durante el viaje de vuelta a Chile el pintor desarrolla un gran interés en el mar, lo cual lo lleva a asentarse en el balneario de Algarrobo, lugar donde vivirá algunos años. Sin embargo, debido a su precario estado de salud, el pintor debe retornar a Santiago donde, a medida que sus fuerzas vitales se deterioraban, su fama en el extranjero crecía. Muere el 23 de julio de 1925 a los 56 años de edad, poco tiempo después de enviar un retrato y un paisaje a París.

Valenzuela Llanos es considerado el máximo exponente del paisajismo rural de nuestro país y uno de los más destacados del continente. Es esta calidad la que le ha valido el reconocimiento a nivel internacional y el motivo por el cual fue y sigue siendo objeto de estudio. Su habilidad radica en entregar una visión personal acerca del paisaje plasmado en el lienzo más que realizar una copia estéril del mismo. Su pasión por la temática rural, adquirida en su temprana infancia se hace patente en su obra y le añade una mayor verosimilitud y autenticidad.

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Valenzuela Llanos
Valenzuela Llanos