NIÑITO VENERADO

Marzo 2009

Hurgando en conventos y museos, en busca de los fanales que albergan la figura del Niño Dios, la historiadora y profesora de la Universidad Católica, Olaya Sanfuentes, está dedicada a revelar un potente fenómeno religioso y social, que tuvo lugar en nuestro país entre finales del siglo XVIII y durante el XIX y que representa la privada adoración al niño Jesús. Una figura heredada de la Europa medieval, adoptada y devocionada en la América mestiza, como cómplice y esperanza de los humildes y desposeídos.

Por Rosario Mena

Formada como Licenciada en Historia, en la Universidad Católica de Chile, Olaya Sanfuentes, bajo la influencia reconocida de su profesora, Isabel Cruz, se ha encaminado desde sus inicios profesionales a la historia del arte, realizando un Master en Arte Latinoamericano en Estados Unidos y, posterioremente un doctorado en Historia del Arte en Barcelona. “Isabel me inspiró. Pensé que la historia del arte era una manera muy bonita de acceder a otra parte más imponderable de la historia, lo aún no registrado. Me gustó la idea de tomar todos esos elementos que configuran la historia y que tienen que ver con las imágenes, con las formas de vida, con la creatividad”

– ¿Desde cuándo se considera, académicamente, el estudio del Arte Latinoamericano? ¿Se incluye, por ejemplo, lo precolombino?

– En Estados Unidos este tema empieza a interesar en el siglo XX y se define desde lo precolombino. Si los europeos consideran arte lo que ocurre en la época medieval, ese mismo parámetro epistemológico corresponde, en América, a lo precolombino. Además, a partir del siglo XX las nociones de arte se amplían, incluyen incluso la artesanía, en la medida que es una manifestación del alma y expresa aspectos de la realidad.

América animista

– ¿Es correcta la plena identificación del arte colonial latinoamericano con lo religioso?

– Durante toda la Colonia son excepcionales las obras de carácter secular, hay uno que otro retrato, representaciones de fiestas populares, pero generalmente el carácter es votivo. Son imágenes a las cuales se rinde devoción. Los elementos representados están envueltos en un aura, que es característica del barroco, en Europa y en América. En el siglo XVIII, con el positivismo, el enciclopedismo, surgen otros géneros, paralelos a los religiosos. Pero el arte latinomaericano no puede desligarse de la religiosidad popular. Representa lo que identifica a América, que es su visión animista, la devoción por los santos, la religiosidad popular, llena de creatividad, como forma de ganarle a las adversidades de la vida, de una manera menos racional y más espiritual.

– ¿Qué figura central religiosa es la que más unifica a Latinoamérica? Se habla mucho, en este sentido, de la devoción mariana…

– Yo hablaría de una serie de elementos comunes en la religiosidad popular, en general. María, sin duda, es una figura transversal, de gran peso antropológico. Es la madre, y en el mundo andino se identifica con la Pachamama. Pero el Niño Jesús, también es muy latinoamericano, como representante de los débiles y marginados. El Niño Dios tiene una mayor identificación con ellos que con la jerarquía. Es el niño de los indígenas, de los mulatos, de los mestizos. Es el rey niño, humilde, un personaje mucho más accesible que los santos, que fueron obispos, u otros. Por otra parte, este niño imprime un modelo de humildad, de ingenuidad, que es lo que las élites quieren fomentar en el pueblo para sustentar su dominio sobre los grupos más bajos.

Mesías incaico 

– ¿Cómo se incorpora el niño Jesús en la matriz cultural indígena?

– Es una apropiación en la cual tienen gran influencia los Jesuítas, que es la orden que, principalmente se siente llamada a educar. Y el niño es un buen modelo para los valores que se quiere inculcar a los indígenas. En Colombia, Ecuador, en Perú, en Bolivia, las cofradías indígenas están relacionadas con el Niño Jesús. La comunidad indígena de Huanca, en el Cuzco, venera al Niño Jesús. Su imagen es española pero con toques indígenas, por ejemplo en su corte de pelo. Esta asociación con lo indígena se torna peligrosa para la jerarquía eclesiástica y secular, porque el Niño empieza a ser representado con elementos como la borla propia del Inca, que es la autoridad indígena, arrasada por los españoles y que ellos piensan que en algún momento va a volver y se va a restaurar el Tahuantisuyo. Entonces, no se sabe si el niño Jesús es un mesías incaico o un inca mesiánico y, en el último tercio del siglo XVIII, se empieza a prohibir a los indígenas esta representación del niño, que contribuye a perpetuar la creencia en el regreso del inca. En Chile tenemos poca información, pero, según el Padre Gabriel Guarda, había cofradías del Niño Jesús indígenas y de afrodescendientes. Las figuras que tenemos en Chile, son todas del XVIII y el noventa por ciento vienen de Quito. 

– ¿Actualmente, la figura del Niño Jesús, qué importancia tiene en festividades públicas en Chile?

– En el mundo andino, hasta el día de hoy, la Navidad es una fiesta pública, donde el centro es la figura del Niño, Ahí se hace lo que se llama “el pase del niño”. Las familias llevan su Niño Jesús y éste se va pasando de casa en casa. Después se entregan todos a la parroquia, y el día de Navidad se veneran 10, 12 niños, con fiesta. Y se les ponen ofrendas. También hay otros casos, más bien aislados, como la Fiesta del Niño Jesús de Sotaquí y la de Las Palmas. 

– Tú te has dedicado bastante a la cosmovisión andina….

– Tengo una admiración cada vez mayor por la espiritualidad andina. Cada vez que puedo me voy para arriba. La fuerza está en esa religiosidad popular. El creer que hay un canon de divinidades que nos ayudan, nos protegen, ahí tenemos que buscar nosotros lo propio, lo originario que nos queda. Otra fiesta preciosa es la fiesta de los muertos, el 1 de noviembre en Caspana. La religiosidad es la fuerza que da identidad y cohesión a los grupos, no hay otra cosa. No existen las fronteras, la comunidad se junta por el santo.

Puertas adentro

– ¿Por qué te interesas en estudiar particularmente los fanales?

– Es un nicho muy interesante y poco estudiado. Y hay un corpus como para hacerlo. Las colecciones de La Merced, del Museo de Rancagua. Las Carmelitas, las Capuchinas, tienen colecciones maravillosas. 

– ¿En qué época se asienta esta práctica de los fanales en la devoción del Niño Jesús en Chile?

– A finales del XVIII y durante el XIX. Esto se debe a factores técnicos y teológicos. Hay una industrialización de la escultura en Quito a finales del XVIII, por lo tanto es mucho más barato traer niños de Quito. Las cúpulas de cristal se traen de España y de Francia, países cuyos barcos comienzan a llegar a Chile. En términos ideológicos, en el siglo XIX hay una infantilización de la religión. En esto tiene gran influencia Santa Teresita de Lisieux, que es una francesa con una fuerte devoción por el Niño Jesús. Y llega muy fuerte a Chile, donde hay una gran penetración de la cultura francesa en general. Se pone súper de moda el Niño Jesús. En paralelo, es una época en la cual se demarcan los límites entre el ámbito público y el privado. Durante la Colonia, toda la fiesta es pública. Y es una fiesta muy desordenada, con baile, con trago, con comida, con animales. Y estas festividades son prohibidas por el Obispo Alday en el XVIII. La principal fiesta del niño Jesús era la Navidad, que también era una fiesta pública, y se transforma en una fiesta familiar, privada. Entonces El niño Jesús entra al espacio privado. La devoción se interna en los conventos, en las casas, queda resguardado en la familia, sobre todo por mujeres y los niños, a los cuales se asocia el niño, mucho más que a los hombres. Y se le protege con este fanal. El Niño es la imagen de los desposeídos, y es una imagen esperanzadora, porque representa el origen del alma. Todos tenemos un alma que nos puede llevar a ser personas mejores. Es una imagen que saca lo más tierno, la candidez que todos tenemos dentro.

– ¿Qué representan todos los elementos y miniaturas que rodean la figura del niño dentro del fanal?

– Durante la novena, de preparación para la Navidad, las familias o las monjas en los conventos le van entregando cosas como una forma de relacionarse con ellos y cada una de esas cosas representa un aspecto espiritual. Por ejemplo: “Yo te ofrezco una almohadita mullida y cómoda y con esto yo quiero fortalecer la virtud de la humildad”. Es una práctica muy viva. El fanal se abre para colocar las ofrendas. Y dentro del mismo fanal, puedes encontrar objetos del siglo XIX y del siglo XX. Además, el niño se saca para la Navidad.
El bebé del convento

– ¿Cómo surge la devoción del Niño Jesús en Europa?

– En el siglo XIII, con San Francisco, se instaura la Navidad con la devoción del Niño Jesús, que luego comienza a tener un culto propio, independiente de la fecha. Es una tradición medieval perdida. Sin embargo, en Nápoles, por ejemplo, me ha tocado ver la fuerte devoción al Niño Jesús. La Calle de los Belenes, está llena de fanales, muchos iguales a los de acá. Eso amerita una investigación.

– ¿Existen diferentes tipos de Niño Jesús? Hay otras denominaciones, como Niño Jesús o Jesús Niño.

– Es lo mismo, no tienen otra connotación esos nombres. Las monjas le dicen Manuelito, porque es Emanuel (Dios con nosotros). Las Carmelitas tienen uno que es como un huasito, que lo conocen como “El Manuelito”. Pero hay diferentes representaciones. Está el Niño tendido en el fanal, el Niño Bendiciente (que es un niño glorioso), y el Niño durmiendo, prefigurando su pasión.

– ¿Encontraste que la práctica de la novena al Niño Dios, con el fanal, se mantenga en alguna parte?

– No, en general los fanales en los conventos están guardados. Las religiosas ahora tienen una relación mucho más fuerte con los textos fundantes de la orden que con las imágenes. Pero en el siglo XIX, cuando la alfabetización era más precaria, la relación con las imágenes era fundamental. Lo que no quita que para Navidad, por ejemplo, pongan un pesebre precioso.
.
¿Cómo ha sido la experiencia de meterse en los conventos para investigar?

– No es tan fácil. Pero he podido revisar archivos y fanales. Ahora quiero ir a las Dominicas. Hay que ser muy cuidadosa y respetuosa, porque hay un tema con la relación de las monjas con este Niño Jesús, que lo tratan como si fuera un hijo. Hay una suerte de sublimación de la maternidad, que es algo muy íntimo y delicado de exponer. Al niño lo cuidan y lo visten según la ocasión y también lo cambian de lugar.

Santo “matachilenos”

Respecto de las figuras de devoción popular más importantes, en Chile y en América Latina, Olaya destaca a San Santiago, cuyo origen se halla en las cruzadas medievales, y que hoy es patrono de pueblos y figura de amplio culto activo en el mundo andino y latinoamericano en general. “Es un santo español que se instala y se adapta súper bien en América, desde México hasta Chiloé, y está ligado a la autoridad. Es el que ayuda a los españoles a luchar contra los moros: se aparece en el cielo, en medio de la batalla, y los asiste. En México y en Perú, cambia su rol, y ayuda a los españoles a luchar contra los indígenas. De Santiago Matamoros se convierte en “Santiago Mataindios”. Los indígenas le tienen tanto terror que lo relacionan con el dios Illapa. Es el santo del mundo andino, no hay pueblo en el mundo andino en el cual Santiago no sea un protagonista, ayudando a los distintos grupos en sus luchas contra otros. En Argentina encontré un “Santiago matachilenos”, que ayudaba a los peruanos contra los chilenos en la Guerra del Pacífico.